sábado, 7 de julio de 2012

AL GENERO LO CONSTRUYE LA CULTURA



Existen opiniones que tachan tanto la homosexualidad como el transgenerismo y la transexualidad de antinatural, y que se empeñan en ridiculizar y menospreciar a las personas sexualmente diversas, llegando incluso a considerar a estas personas como enfermas mentales. Estas opiniones están fuertemente arraigadas en las sociedades actuales y suelen estar fundamentadas en creencias religiosas.
Hay que tener muy presente la diferencia entre sexo y género. El sexo está estrechamente relacionado con aspectos biológicos, como los genitales y los caracteres fenotípicos secundarios. Sin embargo, el género está más estrechamente relacionado con los roles sociales y culturales asociados a la mujer y al hombre, y no tanto con sus diferencias biológicas.
El sistema heteropatriarcal ha impuesto una visión dicotómica del género construida sobre los dos sexos existentes, es decir, si una persona nace biológicamente como mujer, entonces todos sus comportamientos y actitudes deberán ser los tipificados para este sexo. Este sistema bipolar contradice evidencias científicas que lo desacreditan. Por ejemplo: Levy, en Los Tahitianos, describe la androginia que reina en dicho pueblo, mientras que Borgoras habla sobre los seis géneros entre los que se divide la población chukchi.
Estos ejemplos llevan a la clara conclusión de que la construcción del género y de su sistema responden a cuestiones sociales y culturales, y que, por tanto, no existe una ley del sexo/género universal dictada desde la naturaleza y la divinidad, como se predica desde ciertos sectores.
Autoras como Norma Mejía hablan de un sistema de género transexual, en el que no existen dos géneros, sino un continuo de infinitos géneros que van desde el hombre hasta la mujer. Ella apunta que si la dicotomía de género determinada social y culturalmente desapareciera, cada persona tendría la posibilidad de ser educado al margen de los estereotipos de género y podría adoptar los roles que más se le ajustaran.
Autor: Ramón Aranguren