¿Homofobia?... y que hay de la interiorizada.
Siempre estamos hablando del rechazo que sentimos los gay de los heterosexuales, del estado, de las instituciones que nos proveen de salud, de los medios de comunicación, del carnicero, del lec
hero, del tendero, del distribuidor de gas, del plomero, y un montón más que ya todos sabemos, nos sentimos atacados por todo el mundo, hombres y mujeres se prestan al juego de la homofobia… pero, ¿y que hay de la interiorizada?
Cuantas veces no hemos escuchado las chifletas, críticas, ataques, indirectas, mofarse, ridiculizar, y un etc., más largo de otros gay, definitivamente en muchas ocasiones y repetidas veces, si la moda, o el corte, el caminar, el plumero que se le cae, la peluca mal puesta, el vestido tan ceñido, por evidente, por vivir su vida tan libremente, por envidia, por el carro que carga, porque inhala coca, porque le gusta el alcohol cada fin de semana, por puta, por liberal, por linda, por obscena, por voyerista, o por todo aquello que no encaje en nuestra forma de vivir nuestra homosexualidad, si no nos gusta, lo criticamos y listo.
Hacemos mucho trabajo hacia afuera de los colectivos gay, siempre todo lo de homofobia va hacia el exterior y sin embargo la interiorizada ni la tocamos, ni nos preocupamos que exista, como que la hemos tolerado tan abiertamente que el criticar a otro gay se ha vuelto algo tan común entre los del mismo grupo que ya nadie le pone la más mínima atención a la gravedad del asunto, no medimos el daño psicológico que podríamos estar causando, si no nos gusta lo que vemos, tapémonos la vista, si no nos gusta lo que escuchamos no lo oigamos y mejor aún, no lo repitamos, dejemos que cada quien viva su vida gay como quiera, sin tener que gastar saliva, tiempo, esfuerzo, en lo que no estamos de acuerdo y si eres de los de closet, no te unas a las críticas de los demás, no castigues a los que abiertamente se han declarado gay, no lastimes a los tuyos, no seamos parte de una sociedad castrante, ya es suficiente con las madres que han castrado a sus hijos, al estado que lo continúa haciendo a la sociedad que no deja de hacerlo y ahora solo eso hacía falta, que también nos unamos a criticar a los del mismo bando.
Cuantas veces no hemos escuchado las chifletas, críticas, ataques, indirectas, mofarse, ridiculizar, y un etc., más largo de otros gay, definitivamente en muchas ocasiones y repetidas veces, si la moda, o el corte, el caminar, el plumero que se le cae, la peluca mal puesta, el vestido tan ceñido, por evidente, por vivir su vida tan libremente, por envidia, por el carro que carga, porque inhala coca, porque le gusta el alcohol cada fin de semana, por puta, por liberal, por linda, por obscena, por voyerista, o por todo aquello que no encaje en nuestra forma de vivir nuestra homosexualidad, si no nos gusta, lo criticamos y listo.
Hacemos mucho trabajo hacia afuera de los colectivos gay, siempre todo lo de homofobia va hacia el exterior y sin embargo la interiorizada ni la tocamos, ni nos preocupamos que exista, como que la hemos tolerado tan abiertamente que el criticar a otro gay se ha vuelto algo tan común entre los del mismo grupo que ya nadie le pone la más mínima atención a la gravedad del asunto, no medimos el daño psicológico que podríamos estar causando, si no nos gusta lo que vemos, tapémonos la vista, si no nos gusta lo que escuchamos no lo oigamos y mejor aún, no lo repitamos, dejemos que cada quien viva su vida gay como quiera, sin tener que gastar saliva, tiempo, esfuerzo, en lo que no estamos de acuerdo y si eres de los de closet, no te unas a las críticas de los demás, no castigues a los que abiertamente se han declarado gay, no lastimes a los tuyos, no seamos parte de una sociedad castrante, ya es suficiente con las madres que han castrado a sus hijos, al estado que lo continúa haciendo a la sociedad que no deja de hacerlo y ahora solo eso hacía falta, que también nos unamos a criticar a los del mismo bando.
Sergio Vásquez
