lunes, 9 de octubre de 2017

VARIAS IDENTIDADES DE GÉNERO


También conocida como identidad genérica es la forma en cómo se identifica la persona, si como hombre o como mujer, la forma en que se reconoce a sí misma, basando su conducta y su forma de ser y pensar a ese género con el que se siente identificada, todo esto va indistintamente de su sexo, orientación sexual, edad, nivel socio-económico, etc. Es la conciencia de la persona de sentir pertenencia al sexo masculino o femenino. Una persona puede sentir una identidad de género distinta de sus características fisiológicas innatas.

Es importante destacar el hecho de que la identidad de género es diferente de la expresión de género. Una persona, sea cis o trans, puede tener una expresión neutra, masculina, femenina o mezclada (lo que también se conoce como “genderfuck” o “jodegéneros”) ya sea en su forma de vestir o en su carácter, y esto no tiene ninguna relación con su identidad ni la invalida en ningún caso. Existen mujeres cis masculinas, hombres cis femeninos, y asimismo existen, por ejemplo, neutres de expresión masculina, andrógines femenines, personas fluidas que raramente cambian su aspecto externo, y nada de esto contradice ni invalida su identidad.

Por ello es importante no asumir nunca que sabemos el género de una persona a menos que esta nos lo diga, y siempre respetar la elección de pronombres (ella/elle/él) con que quiere que le nombremos.
La identidad de género es la sexualidad con el cual una persona se identifica psicológicamente o con el cual se define a sí mismo. La identificación de género como un derecho promueve la diversidad sexual y un desarrollo sexual saludable.

Identidad deriva del latín identitas que se refiere a lo igual a sí mismo y género indica una clase, por lo tanto, la identidad de género puede definirse como "la clasificación personal sobre la propia sexualidad".

IDENTIDADES DE GÉNERO:

• CISGÉNERO: Persona que se identifica con el mismo género que le asignaron al nacer.

• CISSEXUAL: Usado como sinónimo de cisgénero, se usa en ámbitos médicos preferentemente.

• TRANSGÉNERO: Persona que se identifica con otro género distinto del que le asignaron al nacer. En muchos casos una persona transgénero siente malestar (denominado disforia de género) hacia las características sexuadas de su cuerpo (disforia física) o debido a que le perciben como un género distinto al suyo (disforia social). Las personas transgénero pueden ser mujeres, hombres o no binarias (queergénero o cuirgénero).

• TRANSEXUAL: Término médico para las personas que desean modificar su cuerpo para conseguir una imagen con la que se sientan más cómodas (o aliviar un malestar, la disforia).

• CUIRGÉNERO/QUEERGÉNERO: Sólo para trans AHAN. Persona transgénero que se identifica con una identidad que no pertenece al binario hombre/mujer. Dentro de esta definición existen numerosísimas identidades de género. Se trata, por tanto, de un término “paraguas”.

• TERCER GÉNERO: Identidad distinta a hombre o mujer. Este término pertenece a culturas no occidentales ni blancas, y no debe usarse en Occidente puesto que es un concepto distinto de nuestras categorías de género y el acto de apropiárselo constituye una forma de racismo. Existen numerosas formas de tercer género en culturas indígenas a lo largo de todo el mundo.

• AGÉNERO: Persona que no se identifica con ninguna identidad de género, y que, por tanto, se considera fuera de la clasificación de género en su totalidad.

• GÉNERO NEUTRO (NEUTRE): Persona cuya identidad es neutra, es decir, considera que tiene un género y que su género está fuera del binario pero tampoco se identifica con identidades que muestran afinidad a roles femeninos o masculinos.

• INTERGÉNERO: Persona intersexual cuya identidad se sitúa en un punto medio entre dos géneros, usualmente los binarios. Esta identidad pertenece únicamente a personas intersexuales, no debe utilizarse por parte del resto.

• ANDRÓGINO/E: Persona cuya identidad es una mezcla en distintos grados entre mujer y hombre. También se puede usar como sinónimo ginoandros.

• BIGÉNERO: Persona que se identifica con dos géneros a la vez o de manera alternada.

• GÉNERO FLUIDO: Persona cuya identidad de género fluye a lo largo del espectro de género, entre dos o más géneros. Una persona fluida puede sentir cambios en su identidad que siguen ciclos más o menos largos, de años, meses, semanas o dentro del mismo día.

•POLIGÉNERO/MULTIGÉNERO: Persona con más de dos identidades de género.

• PANGÉNERO: Persona cuya identidad es inclusiva, perteneciente a todos los géneros. Este término se considera racista (para todas las personas, no solo las blancas) ya que no puedes apropiarte de géneros de culturas a las que no perteneces.

• SEMIMUJER/SEMIHOMBRE: Persona que se identifica de forma parcial con uno de los géneros binarios. Por ejemplo, un semihombre siente identificación hacia partes de la identidad “hombre”, pero no siente una identificación al 100%.




El tema de la identidad de género desarma la visión del binomio del sexo, o sea, que género se restrinja solo a lo femenino y a lo masculino, para así aceptar otros tipos de identidad sexual como, por ejemplo, las diversidades  sexuales que representa el movimiento LGBT, siglas para lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros.

La identidad de género es considerado un Derecho Humano fundamental siendo que defiende la libertad sin distinción de nuestras diferencias como, por ejemplo, el derecho a la no discriminación ni a la violencia por la orientación o identidad sexual de un individuo.

La identidad de género se diferencia del sexo, puesto que, la identidad implica factores culturales y sociales mientras que el sexo se refiere específicamente a la división biológica hombre-mujer.





domingo, 8 de octubre de 2017

¿QUÉ SON LOS MANDATOS DE GÉNERO Y COMO INFLUYEN EN LAS MUJERES


La antropóloga Marcela Lagarde enuncia que “El género está presente en el mundo, en las sociedades, en los sujetos sociales, en sus relaciones, en la política y en la cultura. El género es la categoría correspondiente al orden sociocultural configurado sobre la base de la sexualidad: la sexualidad a su vez definida y significada históricamente por el orden genérico.”
Por tanto, el género es una construcción social que asigna de manera diferencial a hombres y mujeres una serie de roles y determina cómo deben ser las relaciones entre ellos, nos enseña cómo ser y cómo comportarnos para cumplir con las expectativas impuestas durante el proceso de socialización.
Todo ello se concreta en una serie de mandatos que interiorizamos y hacemos nuestros, nos impiden transgredir los modelos hegemónicos de masculinidad y feminidad, se traducen en pensamientos, emociones y conductas que alimentan el orden social. Si incumplimos estos mandatos nos enfrentamos a la crítica social, la culpa y la vergüenza.

¿CÓMO NOS AFECTAN ESTOS MANDATOS A LAS MUJERES?

Dificultan la construcción de una verdadera autonomía personal. Es frecuente escuchar a mujeres de edad avanzada que se sienten tremendamente solas, ver cómo reprochan a sus hijas/os o nietos/as que no las atienden como necesitarían. Estas mujeres se han entregado por completo a su familia, a su “deber” de madre y esposa, no han construido un proyecto de vida propio, una identidad diferenciada de sus roles, y, cuando estas tareas de cuidado ya no son necesarias, muchas mujeres se encuentran perdidas y confundidas llegando a preguntarse ¿quién soy yo y qué he hecho con mi vida?
Afectan negativamente a la autoestima. Si desde pequeñas nos dicen que las mujeres tenemos que ser guapas para conseguir éxito en la vida, y, a la vez, nos bombardean con intensas campañas publicitarias que muestran un ideal de belleza inalcanzable, no es de extrañar que nos comparemos, nos sintamos viejas, gordas y feas y pensemos que no tenemos valor como personas porque no nos enseñan a valorarnos de una forma objetiva y realista. Como dice Beatriz Gimeno “Una mujer que no se gusta a sí misma no puede ser libre, y el sistema se ha preocupado de que las mujeres no lleguen a gustarse nunca”.

Fomentan la construcción de relaciones desequilibradas. Aún hoy, en una época en la que se ha avanzado tanto en materia de igualdad, las cualidades más valoradas en las mujeres son la belleza y la abnegación, mientras que en los hombres son la fuerza y la capacidad de liderazgo. Partiendo de esa base, hombres y mujeres potenciamos distintas capacidades que sitúan a las mujeres en una posición de subordinación en la pareja y que está en la base de las relaciones de violencia de género.
Generan la aparición de emociones negativas que nos causan malestar. El miedo, la vergüenza, la culpa, son emociones centrales en la vida de muchas mujeres. Nos enseñan que estamos indefensas y que tenemos que volver acompañadas a casa, teniendo mucho cuidado e intentando pasar desapercibidas para que no nos ocurra nada malo, y esto, da miedo. Aprendemos desde pequeñas cómo tenemos que ser para que nos quieran, nos acepten, que debemos pensar en el bienestar de los demás, que es egoísta satisfacer nuestras propias necesidades….y, cuando no cumplimos, nos sentimos culpables. Las mujeres nos avergonzamos cuando sufrimos violencia sexual, muchas veces lo tapamos, no lo denunciamos, porque nos consideramos responsables de haber provocado esa respuesta.

No potencian una vida sexual satisfactoria y libre. Gran cantidad de mujeres son incapaces de disociar la afectividad de la sexualidad, no se fomenta que tomen la iniciativa y expresen libremente su deseo porque aún sigue estando mal visto, suelen adoptar un rol más pasivo y complaciente en sus relaciones sexuales lo que, en muchas ocasiones, las impide disfrutar libremente de su cuerpo y su sexualidad.



Afectan negativamente a nuestra salud integral. La salud física y mental de las mujeres se ve afectada por condicionantes como la doble jornada, niveles de vida inferiores, mayor desempleo, desigual distribución del trabajo doméstico, rol de cuidadoras que les lleva a encargarse de los demás y descuidar su bienestar etc… Además, muchas veces, las mujeres acuden a consultas de atención primaria expresando este malestar a través de diferentes dolencias físicas, lo que “solucionan” pautando psicofármacos que les impiden centrarse realmente en la causa de ese malestar y por lo tanto eliminarla.

Estos mandatos de género son transmitidos durante el proceso de socialización, a través de la educación recibida, por tanto son aprendidos y pueden y deben ser deconstruidos. Para conseguirlo, tenemos primero que visibilizarlos, darnos cuenta del daño que causan en todas las esferas de la vida de las mujeres y empezar a educar en igualdad.

Por Bárbara Zorrilla Pantoja